Civilidad Juanbautista

a historia de la Sacra Milicia no es solamente un sucederse de batallas. Por más de dos siglos después de Lepanto, sus naves continuaron recorriendo los mares. Después, hasta la mitad del siglo XVIII, la decadencia del poderío musulmán volverá menos pesadas sus obligaciones militares.

Malta, entre tanto, se vuelve cada vez más un estado que trata a la par con las mayores potencias europeas asumiendo, con el pasar del tiempo, una posición de prestigio y de fuerza que concluirá por crear contrastes de varios géneros y fricciones más o menos graves con la propia Santa Sede.

A la Orden no le faltan además ocasiones para ampliar sus propios territorios. En 1652 para tomar posesión de los bienes de un Caballero que había cuidado por cuenta del rey de Francia la administración de algunas islas de las Antillas, los Juanbautistas adquieren en América las tierras de San Cristóbal, San Bartolomé, San Martín y Santa Cruz. Para gobernarlas fue enviado Fray Carlos De Galles, pero muy pronto se decidió enajenar aquellas posesiones que habrían terminado por llevar a la antigua institución caballeresca a situaciones de incomodidad política y moral.

La interminable serie de empresas guerrerescas y el continuo peligro de ser asaltados en su propia isla no habían distraído a los Jerosolimitanos de otro de sus deberes institucionales. Aún en los momentos más difíciles, ellos no olvidaron jamás que eran hospitalarios, Como en Jerusalén, en Tolemaida, en Chipre y en Rodas y en las otras residencias en las cuales se vieron obligados a permanecer después de la pérdida de la Tierra Santa, no habían dejado nunca de crear y administrar hospitales.

En Rodas se puede admirar aún las ruinas de la Gran Enfermería y en Malta lo moderno del edificio destinado a acoger a "los Señores enfermos" suscita admiración y maravilla sea por las dimensiones, sea por ciertas soluciones que anticipan las modernas técnicas de ingeniería hospitalaria.

No solo tendrán cuidado de fundar hospitales en las localidades de residencia, sino que en cada casa juanbautista se tendrá siempre dispuesto lo necesario para que los viajeros y peregrinos encuentren asistencia. Cada hospicio tenía una base económica y era administrado por un grupo de Jerosolimitanos bajo la guía de un Preceptor o de un Comendador.un Bailazgo, que se hallaba bajo la jurisdicción de un Balí, mientras que los agrupamientos más importantes formaban un Priorato o un Gran Priorato. La Religión llegaría a contar en Europa con 22 Prioratos y esto le permitirá disponer de una verdadera y propia red de albergues, de Inglaterra a Sicilia, de Francia a Austria, una organización basta y compleja que absorvería buena parte de los recursos de la Orden y que estaría presidida por los Hospitalarios. Este era uno de los encargos más importantes que, con el tiempo, sería confiado al Piliere de la Lengua de Francia.

Al inicio del Siglo XVIII, en el hospital de Malta actuaban tres protomédicos, tres cirujanos, varios médicos y enfermeros. La asistencia a los enfermos era de competencia de los propios Caballeros a los cuales, sobre todo durante el noviciado, se les confiaba en turnos esa obligación.

Una atención para todo aquello que se refiere al cuidado y prevención de las enfermedades, los Juanbautistas aplicaron también a su flota. En época en que las condiciones higiénicas y no solo a bordo de las naves se hallaban bastante descuidadas, los buques Juanbautistas fueron siempre un ejemplo de limpieza. Y era inevitable que la Orden terminase ocupándose de la sanidad también a nivel científico.

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