La Orden de San Juan fue fundada antes de la conquista de Jerusalén (1099 - Primera Cruzada) como comunidad monástica dedicada a San Juan Bautista, la cual administraba un asilo-enfermería para dar asistencia a los peregrinos de Tierra Santa.
La comunidad, vinculada en sus comienzos espiritualmente a los Benedictinos, se convirtió en autónoma, bajo la dirección del Beato Gerardo Sasso di Scala (†1120). El Papa Pascual II, con una Bula dirigida a Gerardo con fecha de 15 de febrero de 1113, aprobó la fundación del Hospital de San Juan, lo puso bajo la tutela de la iglesia y le otorgó el derecho de elegir libremente a sus superiores, sucesores de Gerardo, sin interferencia de otras autoridades religiosas o seglares. En virtud de tal Bula y de otros documentos pontificios sucesivos, el Hospital se convirtió en una Orden exenta de la Iglesia.
La situación política que siguió a la fundación del Reino de Jerusalén, por obra de los Cruzados, obligó a la Orden, ya bajo el mandato de su segundo Superior, Frey Raimundo del Puy o del Poggio (que fue el primero en llamarse Maestre) a asumir la defensa militar de los enfermos, de los peregrinos y de los territorios cristianos que los Cruzados habían recuperado de los Musulmanes. Fue así como la Orden del Hospital de San Juan asumió el carácter de Orden de caballería: los Caballeros eran al mismo tiempo religiosos sujetos a los tres votos monásticos de Pobreza, Castidad y Obediencia. De este modo, la Orden se convirtió en persona mixta, religiosa y militar, "militia religiosa", "religio militaris". A Frey Raimundo del Puy se debe la primera Regla conocida y la adopción de la cruz blanca octogonal que todavía hoy es el emblema de la Orden, muy conocido como la Cruz de Malta.
Aun prodigándose en el amplio campo hospitalario (obsequium pauperum, el servicio de los pobres), una de sus dos finalidades, la Orden prosiguió eficazmente en la otra, es decir, la defensa de la Cristiandad (tuitio fidei, la defensa de la fe). Lamentablemente, en 1291 se perdió se perdió San Juan de Acre, último baluarte cristiano en Tierra Santa, y la Orden se estableció en Chipre.
La independencia de cualquier otro Estado, en virtud de documentos pontificios, junto con el derecho, universalmente reconocido, de mantener y de emplear fuerzas armadas, constituyó la base de la soberanía internacional de la Orden.
Con la ocupación de la Isla de Rodas, concluida en 1310 bajo la dirección del Gran Maestre Frey Foulques de Villaret, la Orden adquirió plena soberanía territorial y los Caballeros de San Juan comenzaron a ser denominados Caballeros de Rodas. Rodas hizo frente al poderío naval de los musulmanes y se convirtió en un verdadero baluarte de la cristiandad en el Mediterráneo.
Desde aquel momento, la Orden constituyó una poderosa flota para la defensa del mundo cristiano y comenzó a surcar los mares orientales, participando en numerosas y célebres batallas. Tomó parte en las cruzadas en Siria y en Egipto, apoyando al Reino de Armenia (Cilicia) contra los ataques musulmanes.
Los miembros de la Orden que llegaban a Rodas de todas las partes de Europa y las instituciones de la Orden en Europa se agruparon en Lenguas desde comienzos del siglo XIV. Al principio eran siete: Provenza. Auvernia, Francia, Italia, Aragón (Navarra), Inglaterra (con Escocia e Irlanda) y Alemania. En 1462 Castilla y Portugal se separaron de la Lengua de Aragón y constituyeron la octava Lengua. En el siglo XVI la Lengua de Inglaterra fue suprimida, siendo restablecida más tarde, en 1782, como Lengua Anglo-Bávara. Cada Lengua tenía Prioratos o Grandes Prioratos, Bailías y Encomiendas.
La Orden, gobernada por el Gran Maestre y por el Consejo, acuñaba moneda propia y mantenía relaciones diplomáticas con los demás Estados. El Gran Maestre era Soberano de Rodas y luego Soberano de Malta. Los demás cargos de la Orden eran conferidos a los representantes de las diversas Lenguas; la sede de la Orden, el Convento, estaba constituida por religiosos de diversas nacionalidades.
Los Caballeros rechazaron con éxito numerosos asaltos turcos, hasta que el Sultán Solimán el Magnífico atacó Rodas con una gran flota y un poderoso ejército. En la víspera de Navidad del año 1522 los Caballeros se vieron obligados a capitular y el 10 de enero de 1523 dejaron la isla con honores militares. Durante los siete años siguientes, la Orden, aun conservando la soberanía internacional, no dispuso de territorio, hasta que, por cesión del Emperador Carlos V, en calidad de Rey de Sicilia, obtuvo como feudo soberano islas de Malta Gozo y Comino, así como Trípoli en el norte de África. El 26 de octubre de 1530, el Gran Maestre Frey Philippe de Villiers de l'Isle Adam tomó posesión de Malta, con la aprobación del Papa Clemente VII. Se estipuló que la Orden permanecería neutral en las guerras entre naciones cristianas.
La guerra para la defensa de la Cristiandad continuaba. Los turcos atacaron Malta, pero en el Gran Asedio, desde el 18 de mayo al 8 de septiembre de 1565, fueron derrotados por los Caballeros, conducidos por el heroico Gran Maestre Frey Jean de la Vallette (que dio su nombre a la capital de la isla, Valletta). El declino del poderío naval de los otomanos comenzó a partir de aquella derrota. La flota de la Orden de San Juan o de Malta, como empezó a llamarse desde entonces, se convirtió en una de las más poderosas del Mediterráneo y contribuyó, en la batalla de Lepanto del 1571, a la destrucción definitiva del poderío naval de los otomanos.
En 1607 y de nuevo en 1620, a la dignidad de Gran Maestre fue unido el título de Príncipe del Sacro Romano Imperio, y en 1630 se le añadió el rango y la dignidad de Cardenal de la Santa Iglesia Romana, con el tratamiento de Eminencia.
En 1798, Bonaparte, durante la campaña de Egipto, ocupó la isla de Malta. La Orden se vio obligada a abandonar la isla. Los Caballeros se encontraron nuevamente sin sede. Mientras tanto, los ingleses, en 1801, ocuparon Malta pero, a pesar de haber sido reconocidos los derechos soberanos de la Orden sobre Malta en el Tratado de Amiens (1802), la Orden no pudo valerse de ellos. Después de haber residido temporalmente en Mesina, Catania y Ferrara, la Orden se estableció en Roma, donde posee, gozando de extraterritorialidad, el Palacio de Malta, en Via Condotti, y la Villa Magistral en el Aventino.
La finalidad original de asistencia hospitalaria se ha convertido en la finalidad principal de la Orden. Las actividades hospitalarias y de beneficencia, desarrolladas durante la Primera Guerra Mundial, fueron ampliadas durante la Segunda Guerra Mundial bajo el Gran Maestre Frey Ludovico Chigi della Rovere Albani , e intensificadas aún más bajo el Gran Maestre Frey Angelo de Mojana di Colonia (1962-1988), cuyo sucesor es el actual Príncipe y Gan Maestre, Frey Andrew Bertie.
La Orden de Malta es la única que continúa, ininterrumpidamente, la Orden del Hospital de San Juan, reconocida por la Santa Iglesia en 1113. Es la única orden religiosa de la Iglesia Católica que, al mismo tiempo, es orden de caballería. Es la única que tiene Caballeros Profesos, llamados de Justicia, sucesores directos de sus fundadores, entre los que son elegidos el Gran Maestre y la mayoría de los miembros del Soberano Consejo, los cuales tienen un rango superior a los Caballeros no profesos, que han aumentado considerablemente después de la pérdida de Malta. La Orden no ha dejado nunca de ser reconocida por la comunidad de naciones como Estado soberano independiente de cualquier autoridad civil. Estos hechos constituyen la prueba irrefutable de la única y auténtica identidad histórica de la Orden y que no posee ninguna otra organización.
La Soberanía de la Orden es ejercida a nivel de tres poderes: el legislativo corresponde al Capítulo General, órgano de representación de los Caballeros, y, en forma subsidiaria, al Gran Maestre con el Soberano Consejo, los cuales ejercen también el poder ejecutivo, mientras que el poder jurisdiccional corresponde a los Tribunales Magistrales. El Gran Maestre es el Jefe Supremo de la Orden y es elegido por el Consejo Completo de Estado. Tanto el Capitulo General como el Consejo Completo de Estado están compuestos por representantes de los Grandes Prioratos, Prioratos, Subprioratos y por las Asociaciones Nacionales, que son los organismos de la Orden establecidos en los diversos Países del mundo.
El título latino del Gran Maestre es: Dei gratia Sacrae Domus Hospitalis Sancti Johannis Hierosolymitani et militaris Ordinis Sancti Sepulchri Dominici Magíster humilis pauperunque Jesu Christi custos. Parte de este título recuerda la concesión hecha por el Papa Inocencio VIII en 1489 al Gran Maestre d'Aubusson del Magisterio de la Orden del Santo Sepulcro que solamente temporal. Gozando ya de la precedencia de Cardenal y por tanto de Príncipe Real y también de la dignidad de Príncipe del Sacro Romano Imperio (reconocida de inmediato por Austria e Italia) y siendo un ex Príncipe reinante de Rodas y luego de Malta, el Gran Maestre tiene título de Eminencia y de Alteza o de Alteza Eminentísima y está reconocido como Jefe de Estado al cual corresponden honores soberanos.
El Gran Maestre gobierna la Orden asistido por el Soberano Consejo, presidido por él mismo, y constituido por los cuatro Altos Cargos: el Gran Comendador, el Gran Canciller, el Gran Hospitalario y el Recibidor del Común Tesoro, y por seis Consejeros elegidos por el Capítulo General, elegidos a su vez de entre los Caballeros Profesos y los Caballeros de Obediencia. El Sumo Pontífice nombra como representante suyo ante la Orden a un Cardenal de la Santa Iglesia Romana, que ostenta el título de Cardinalis Patronus: El Purpurado es asistido por el Prelado de la Orden, designado por el Sumo Pontífice. El Prelado de la Orden es el superior eclesiástico del Clero de la Orden y asiste al Gran Maestre en lo que concierna a la espiritualidad de la Orden.
La vida y las actividades de la Orden están regidas por la Carta Constitucional y por el Código. Las cuestiones jurídicas de gran importancia, que interesan a la Orden, son sometidas al parecer de un órgano técnico-consultivo, denominado Consejo Jurídico, cuyos componentes son nombrados por el Gran Maestre, oído el Soberano Consejo. Los Tribunales de la Orden son de Primera Instancia y de Apelación (los Presidentes, los Jueces, los Promotores de Justicia y los Auxiliares son nombrados por el Gran Maestre con voto deliberativo del Soberano Consejo). El Tribunal de Cuentas, elegido por el Capítulo General, ejerce funciones de control económico-financiero. La Orden mantiene relaciones diplomáticas, según el derecho público internacional, con la Santa Sede y 83 Estados:
EUROPA | Albania - Austria - Bielorrusia - Bosnia-Herzegovina - Bulgaria - Croacia - Eslovenia - España - Hungría - Italia - Letonia - Liechtenstein - Lituania - Macedonia - Malta - Polonia - Portugal - República Checa - República Eslovaca - Rumania - San Marino |
AMÉRICA DEL SUR | Argentina - Bolivia - Brasil - Chile - Colombia - Costa Rica - Cuba - El Salvador - Ecuador - Guatemala - Guayana - Haití - Honduras - Nicaragua - Panamá - Paraguay - Perú - República Dominicana - Saint Vincent/Grenadines - Suriname - Uruguay - Venezuela
|
ASIA | Armenia - Camboya - Filipinas - Georgia - Kazakistán - Líbano - Tailandia |
AFRICA | Benin - Burkina Faso - Camerún - Caboverde - Chad - Repúblida de África Central - Comores - Congo - Costa de Marfil - Egipto - Etiopía - Gabón - Guinea - Guinea/Bissau - Guinea Ecuatorial - Liberia - Madagascar - Malí - Marruecos - Mauritania - Mauritius - Mozambique - Níger - Sao Tomé e Príncipe - Senegal - Seychelles - Somalia - Sudán - Togo - República Democrática del Congo |
OCEANÍA | Micronesia |
La Orden mantiene relaciones oficiales, a nivel de Embajador, con la Federación Rusa, está acreditada también con Representantes o Delegados en Bélgica, Francia, Luxemburgo, Principado de Mónaco, Alemania, Suiza y ante el Consejo de Europa y la Comisión de la Unión Europea. Desde 1994 es Observadora permanente ante las Naciones Unidas y como tal mantiene Delegaciones Permanentes ante las Organizaciones Internacionales en Nueva York, en Ginebra, en París, en Roma y en Viena.
La Soberana Orden está presente en más de 100 Países de todos los continentes a través de los propios Organismos Nacionales, Internacionales, Fundaciones y Centros de Coordinación. La acción humanitaria de la Orden se desarrolla en el plano de la asistencia hospitalaria con la gestión de cerca de 100 hospitales y estructuras sanitarias; en el plano de las actividades de socorro en caso de calamidades naturales y de conflictos bélicos con la organización de centros de recogida de prófugos, hospitales de campo, distribución de medicinas y de géneros de primera necesidad; y, en el ámbito de intervenciones específicas, en la lucha contra la lepra y en la asistencia a enfermos terminales. Cerca de 40 Grupos de Socorro (más de 80.000 voluntarios permanentes) están en actividad en las diversas zonas de crisis mediante unidades operativas creadas conjuntamente por los Organismos Nacionales e Internacionales de la Orden.
(Tomado del Anuario 1998/1999 y puesto al día el 31 de julio de 1999)
para continuar:
Caballeros de Malta - Una leyenda hacia el futuro - de Marcello María Marrocco Trischitta
|